jueves, 4 de febrero de 2010

SE VENDEN OJOS VIVOS

Leí el anuncio en la puerta del establecimiento y no me extrañó, al contrario: hacía tiempo que yo esperaba algo así. Entré decidido y me atendió una dependienta rubita y muy pizpireta.

- ¿Qué desea?

La rubita me hizo la pregunta al tiempo que su cara expresaba un gesto de complicidad. Entendí perfectamente y le contesté sonriendo: pues, ya sabe...

¡Claro! dijo ella rápidamente. Es usted el primer cliente del día y, naturalmente, ya sabía lo que me pediría, pero debía preguntárselo, ¿no cree?.

Mientras la dependienta me hablaba, yo admiré la rotundidad de sus pechos y cómo se le marcaban fuertemente los pezones en aquel jersey que llevaba, de un bonito color lila pálido. Sin duda era un color apropiado para el día tan magnífico que hacía, y además le sentaba muy bien. ¿Le bastará con esta bolsa? siguió diciendo ella. Y mientras hacía la pregunta, me enseñaba una bolsa que a mi me pareció adecuada. Sí, le dije, con esta bolsa bastará.

Al salir de la tienda me prometí a mi mismo volver a comprar allí. Valía la pena por ver de nuevo a esa jovencita tan agradable y que me recordaba mi juventud.-

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