jueves, 4 de febrero de 2010

BAILARINA ELECTRIZANTE

- ¿Qué sabes hacer ? Este es un club de mucha categoría...
- Bailo...
- ¡Uf !, tienes muy buena figura, pero aquí ya hay bastantes bailarinas...
- Como yo, seguro que no.
Y allí, en la misma oficina, inició lo que parecía que iba a ser un paso de danza. Dio un solo paso y un medio giro con su cuerpo, pero no continuó. Se quedó de pronto quieta, esperando. Angus se quedó perplejo. No supo catalogar el increíble efecto que ese solo paso le había causado, pero la sensación de que necesitaba a esa bailarina en su espectáculo era tan fuerte, que le dijo :
- De acuerdo, ¿cuánto quieres ganar?. Te advierto que no puedo pagarte mucho, y además y de momento, si te interesa, estarás a prueba unos días.
No quiero ningún contrato ahora, respondió la bailarina, y en cuanto al dinero, tampoco importa, podemos hablar de eso más adelante.
Por la noche, y con el club todavía a medio llenar, Angus pensó que era un buen momento para presentar a la nueva bailarina, pero se dio cuenta de que en realidad, desconocía con exactitud la clase de danza que la bailarina practicaba. No le importó. Si no era buena, la despediría en seguida, para eso estaba a prueba, aunque interiormente recordó la extraña sensación que había tenido por la mañana, con aquel corto paso de baile que la bailarina apenas inició, y que le había dejado a él, a Angus, hombre ya curtido por los muchos años y las muchas mujeres que sin cesar desfilaban por los camerinos, con una emoción rara y difícil de describir. Fue como recibir una descarga eléctrica en sus nervios y que le hizo sentirse inmediatamente atraído por la bailarina.
Ordenó a la orquesta que iniciara alguna pequeña pieza musical para la introducción. La bailarina salió de entre bastidores y le hizo señas de que no quería que los músicos siguieran tocando. Se acercó y le dijo: Quiero que los músicos estén en silencio cuando yo salga, y luego, ya sabrán ellos solos lo que tienen que hacer.
A pasos cortos y graciosos, la bailarina se adentró hasta el centro del escenario. Inclinó ligeramente la cabeza a modo de saludo dirigido al público, e inició una lenta pero voluptuosa danza. Los músicos estaban quietos, sin tocar, tal y como ella había pedido. Tan pronto como la bailarina empezó a moverse, comenzó a flotar en todo el local una especie de música extraña que no parecía brotar de ningún sitio en especial, pero que al mismo tiempo lo llenaba todo y llegaba hasta el último rincón de la sala. Sin embargo, los músicos seguían quietos y no estaban tocando. La música parecía emanar de la propia bailarina, y a cada movimiento de ella, su música, sus vibraciones, envolvían al público que, poco a poco, fue dejando de hablar, para centrar su atención en el espectáculo. La bailarina efectuó dos giros rápidos y algo electrizante cruzó el aire. Algo electrizante que pareció impactar entre todos los presentes. Todas las damas, sin excepción, se dieron cuenta de que sus sexos se humedecían, notando un raro pero excepcional placer, y los hombres sintieron cómo les crecía su miembro impetuosamente, en una gran erección. La bailarina hizo varios giros más, muy rápidos, y la música que les envolvía a todos, como en un gran concierto de violines dando sus notas más altas, creció en intensidad, traspasando sus cuerpos y haciéndoles vibrar interiormente de un modo como jamás nadie había vibrado así en toda su vida.
El intenso placer que las damas notaban entre sus muslos, les hacía abrir y cerrar las piernas repetidamente, como no queriendo dejar escapar los mil orgasmos que estaban teniendo en esos instantes. Los caballeros, por su parte, notaron todos casi al unísono, y al mismo tiempo que las damas, un gran estallido de placer, un orgasmo tan fuerte que todos, y sin excepción, dejaron escapar un gran chorro de semen. Nadie prestaba atención a nadie. Todo el mundo estaba pendiente únicamente de los movimientos y de la música que emanaba la propia bailarina, y de su propio estallido de placer.
Llegado ese crucial momento, la bailarina se deslizó rápidamente hasta desaparecer entre bastidores.
El público estaba totalmente hipnotizado, desmadejado. todos los presentes, sin excepción, se encontraban tremendamente relajados y enormemente satisfechos, pero sin haber llegado a comprender enteramente lo que había sucedido. Pronto empezaron a mirarse unos a otros, y luego los caballeros a mirarse el pantalón, y las damas a mirar el pantalón de ellos. Al darse cuenta de lo que había ocurrido, y sintiendo una gran vergüenza, comenzaron a alarmarse y a iniciar casi una desbandada.
Atropelladamente empezaron a levantarse huyendo hacia la salida, volcando las sillas y empujando mesas, tropezando entre ellos, empujándose unos a otros....
Angus pensó que era su ruina. También él había estallado de placer, pero ahora veía peligrar su local y su negocio.
De eso hacía ya dos meses. Después de la primera noche, la noticia se extendió como un reguero de pólvora encendida y no había tenido más remedio que ampliar su negocio hasta límites insospechados. La gente pedía reserva de mesa con muchos meses de antelación. Angus, en las mesas, solo servía champán, y por cada botella cobraba el equivalente a varios años de un buen sueldo. A la bailarina le había tenido que ceder la mayor parte del negocio. Era feliz, y cada día esperaba la llegada de la noche, no por el interés de su local, pues ya había conseguido mucho mas dinero del que hubiera podido soñar nunca, sino por sentir él, como un cliente más, aquel electrizante orgasmo del que ya no podría prescindir nunca.-

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