jueves, 4 de febrero de 2010

¿EL FUTURO ESTÁ EN LOS NIÑOS?

—Señor director: el hospital está colapsado, no sabemos dónde poner a los niños. Lo que está sucediendo es...
—Lo sé, lo sé, doctor Robert. Es... increíble. Debo confesarle que me siento desbordado. Tantos nacimientos... y de forma tan inesperada... ¿Cuántos niños llevamos registrados?
—No tenemos ese dato, señor director. Ya no podemos llevar ningún registro. Los niños los estamos amontonando de cualquier manera en las habitaciones como si fueran muñecos de trapo y no seres con vida. No podemos hacer otra cosa. Hasta los jardines los estamos llenando con niños recién nacidos. Hemos colocado grandes abrevaderos que llenamos de leche continuamente para que esos niños puedan alimentarse. Y lo hacen ellos solos, vaya si lo hacen a pesar de tener escasos días de vida. ¡Escuche el gran barullo que se oye por todas partes!
El director asintió con la cabeza baja y dijo: claro que lo oigo, Robert, tengo el cerebro a punto de estallarme. Más que un barullo parece que sea una invasión guerrera, una invasión de bárbaros de otros mundos.
Y el doctor Roberts, con tristeza apenas contenida en su habla, continuó con su alocución:
—Así es señor director. Tenga en cuenta que cada parturienta pare una criatura cada tres segundos, y que aunque al principio esas criaturas son tan pequeñas como un dedo meñique, cada minuto crecen y crecen hasta alcanzar en una hora el tamaño de un bebé normal. El personal está desfallecido y ya no podemos seguir contabilizando tantos nacimientos. Recuerde, señor director, que únicamente tenemos tres parturientas, pero que desde hace dos meses cada una de ellas no ha cesado de parir un bebé cada tres segundos, lo que significa que cada parturienta tiene mil doscientos niños cada hora y que, al cabo del día, excepto durante una hora en la que al parecer descansan para recuperar fuerzas, cada parturienta pare 27.600 niños. Si la cifra se multiplica por tres, ya que son tres la mujeres parturientas que paren sin cesar, son 82.800 niños que están naciendo cada día, además de que todos nacen sanísimos. Y de este modo llevamos dos semanas... por lo que debemos calcular que, en estos momentos, en el hospital, tenemos a más de un millón doscientos mil recién nacidos. Y la cifra sigue aumentando.
—Esto es mucho más grave de lo que podamos pensar, Robert. Creímos que sería un fenómeno que pronto cesaría... pero sigue y sigue ¿y hasta cuándo? Ya sabe que está sucediendo lo mismo en todo el planeta. Es el fin de todo, Robert, es una paradoja pero esto es el fin del mundo. Tantos niños... y sin poder alimentarlos a todos por falta de recursos, principalmente por falta de alimentos y también de espacio... Hace pocos minutos he hablado por teléfono con el doctor Askins y me ha comunicado su teoría. Dice que están naciendo una gran parte de los espermatozoides que hasta ahora morían en su lucha por nacer y que ahora la mujer incuba una gran parte de ellos cuando, hace escasamente dos meses, únicamente sobrevivía uno entre millones. Algo ha cambiado y ahora nacen por legiones, pero... ¿qué podemos hacer?
—Ojalá lo supiéramos, señor director. Si esto ocurre aquí, un pequeño pueblo con apenas cuatro mil habitantes, imagine lo que estará sucediendo en el resto del mundo, y, sobre todo, en China...

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