jueves, 4 de febrero de 2010

LOS PROBLEMAS NUNCA TERMINAN

Cuando vio llegar a Jon por el camino, éste parecía estar malhumorado, venía a pie y traía a su caballo cogido por la brida. No era normal que Jon regresase caminando. Fue, entonces, cuando Steve se fijó en que el caballo cojeaba.

-- Buenos días, Jon, regresas temprano.

--¡Maldita sea, Steve! El motor de la pata derecha falla. No puedo arreglarlo; debe ser algo grave. He decidido volver porque no puedo recorrer de este modo los campos. A punto he estado de matarme cuando quise que el caballo saltase una zanja. Menos mal que lo advertí a tiempo. ¿Cómo diablos me lo entregaste sin estar reparado?

--Jon, te aseguro que no lo advertí, si lo hubiera hecho habría cambiado el motor. Veamos.

Y Steve se acercó a examinar de cerca la montura.

¡Humm! exclamó, una vez comprobó que la movilidad de la pata de la montura de Jon no parecía estar afectada. Y añadió: no parece que la transmisión esté rota... Y mirando a Jon fijamente, le dijo:

--Dime la verdad, Jon, a mi no puedes engañarme. Tu montura está perfectamente, y si parece cojear es porque le estás forzando tú a hacerlo, tirando de ese modo de sus bridas.

--Bien, te seré franco. No puedo dominarlo. Estoy acostumbrado a los viejos jeeps, y se me hace cuesta arriba cabalgar en esta cosa. Me marean sus movimientos.

--¡Pero Jon! ¡Si estos caballos son mejores que los jeeps para recorrer los campos! Además, esos cacharros que parece que añoras consumían todas nuestras reservas de combustible. Los caballos precisan únicamente un buen engrase y dejarles que por el camino vayan comiendo lo que encuentren. La verdad es que no termino de comprender lo que te ocurre. Tu montura es de las mejores, cuatro motores independientes y una movilidad increíblemente buena. Puede saltar zanjas, subir las más empinadas pendientes y no necesita más que un poco de cuidado en su engrase. ¿Sabes lo que pienso? Que quizá seas tú quien se encuentra un poco descentrado. Ven, entra en el taller. Creo que debo echarte un vistazo. Luego, deberás volver a los pastos del oeste. Sabes que hay que controlar de cerca a las lecheras.

Steve entró en el taller y Jon le siguió. Cuando Steve encontró un cable suelto dentro de la cabeza de Jon, lo comprendió todo. Pensó que debería reforzar los contactos. Era muy posible que los movimientos al cabalgar causasen esos problemas. Mientras conectaba el cable, dio un suspiro. Nunca acabarían los problemas, se dijo. Era una vida bien dura ser mecánico de vaqueros.-

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