Cuando daban las seis de la tarde ya se podía salir del cuartel, en mi
caso del "Tabor" de Regulares, pero si no me apetecía vestirme simplemente para poder bajar a comer algo decente a Melilla, le hacía una seña al morito. El morito se acercaba, yo le daba un "duro" y él se iba al bar a buscar mi encargo, mientras yo esperaba que en pocos minutos el morito me trajera el "completo". El "completo" eran dos huevos fritos acompañados de abundantes patatas fritas.
El morito, cuando te traía el plato, se comía por el camino
unas cuantas patatas fritas, pues pasaba más hambre que nosotros, los
regulares. A mi me daban pena esos moritos, y cuando disponía de dinero y
encargaba un plato de comida a uno de ellos, le daba dos duros y le decía:
te doy dos duros para que encargues dos platos, uno para mi y el otro para
que te comas uno entero tú solito. Daba igual, el morito se guardaba el
dinero, te traía un plato con la comida y se comía por el camino, como
siempre, la mitad de tus patatas fritas.
martes, 2 de febrero de 2010
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