jueves, 4 de febrero de 2010

OFICINA DE INTERVENCIÓN CIUDADANA

Miquel había llegado temprano a la oficina y estaba revisando las notas de las visitas que debía hacer ese día. Cuando leyó la última nota, su cara se puso lívida. Eso coincidió con la entrada de Jhon, su jefe, y Miquel, con la nota en la mano se dirigió hacia él.
Jhon... dijo, sin saber cómo empezar a hablar. Sí, Miquel, -le cortó con rapidez su jefe- lo sé, entiendo lo que piensas, pero solo será por esta vez, esa gente lo está pasando mal y me compadecí de ellos. Sabes que James no está disponible y tú eres el único que puede solucionarlo... En fin, espero que lo entiendas.
Miquel lo entendía, claro que lo entendía. Su jefe parecía estar siempre en otra galaxia, eso es lo que entendía, pero también sabía que no podía aceptar el encargo. No comprendía cómo Jhon, su jefe y compañero desde hacía tantos años pretendía saltarse las normas, conociendo las consecuencias que eso podría tener. Decidido, se encaró hacia su jefe y dijo:
- Jon, parece que no conozcas lo que podría ocurrirnos, y si no a nosotros, a esa gente de la que tanto te has compadecido. Querer ayudarles puede llegar a ser una hecatombe para ellos, su ruina y su desgracia. ¿No recuerdas a Davis?
- Mira, lo recuerdo perfectamente, pero eso no tiene por qué volver a suceder, Davis actuó inconscientemente, dejándose ver por todo el mundo. Eso no debió hacerlo. Si hubiera actuado con precaución no hubiera ocurrido lo que...
- Sí, no le abrían matado, y tampoco hubiera sido incendiada la casa de los clientes. Nuestros compañeros le vengaron. Y si Davis no se hubiera entrometido queriendo hacer un bien, como ahora tú mismo pretendes, los clientes a los que quisiste ayudar tampoco habrían muerto en el incendio. No estoy dispuesto a correr ese riesgo, lo siento. Si tanto crees que necesitan nuestra ayuda, que esperen a que regrese James.
- ¡Pero es que resulta que no pueden esperar! Para cuando James vuelva, habrán sido exterminados.
- Claro, así que... de un modo u otro, ese será su destino.
- No, Miquel, no tiene por qué ser como dices. Si actúas con precaución, no tiene por qué ocurrir nada. Puedes ir en el coche de James y llevar sus ropas de trabajo. Las encontrarás en el vestuario. Como jefe de esta oficina me siento responsable, y... Miquel, no quisiera tener sobre mi conciencia otro caso más de una familia atacada por esos bichos asquerosos, sin hacer nada por mi parte.
- No sé... James pertenece a su misma clase, y mi rango, en cambio, es de clase superior y no creo que pudiese pasar desapercibido. Todo está tan medido y controlado en estos tiempos... Pienso como tú y lo siento por esa pobre gente, pero no damos abasto con esta epidemia que nadie sabe de dónde ha salido ni por qué nos ha invadido, aunque las teorías sean que todo proviene del recalentamiento del planeta. Sé que, posiblemente, cuando James pueda ir a exterminar a los bichos, ya no habrá nadie a quién salvar, pero estimo mi pellejo y no me gustaría acabar como Davis. Yo no tengo ninguna culpa de que nuestra vida actual haya evolucionado de este modo. Si aparezco por ese bario y reconocen mi rango me matarán, sabes cuánto nos odian por ser superiores. Y nadie sería culpado luego de nada, son las leyes y todo el mundo tiene sus derechos. No, Jon, no pienso arriesgarme, vivo muy bien y quiero seguir disfrutando de mi vida. Si tanto te preocupa esa gente, puedes ir tú mismo.
Y Miquel, dejando la nota en la mesa y sin volver a mirar a Jon, recogió las órdenes que correspondían a los barrios de su rango y salió de la oficina.-

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