jueves, 4 de febrero de 2010

¡VAYA NOCHE QUE HE PASADO!

En mi casa, por las noches, a menudo oigo ruidos singulares o muy raros. Oigo correr por el pasillo y golpes contra las puertas. No me importa, sé que la que deambula por la casa es mi querida gata. También oigo a vecinos si llegan de madrugada o trastean con cacharros.
Algo así me pasó anoche. En mi cama, sin dormir pero con la luz apagada, oía yo gemir y pensé, no hay ninguna duda, ésa es mi gata. Me pareció escuchar que la gata soñaba, que gemía y no paraba. Al rato, me sorprendió oír algo distinto: era como el ulular de un fantasma. No recuerdo nunca que mi gata así soñara. Un uuuuhhhhh prolongado sonaba por toda la casa. No tuve preocupación pero pensé: ¡pues vaya lata! Y en mi cama, sin dormir pero con la luz apagada, pensaba ¿y si fuera algún fantasma? No pude dejar de reírme ante tamaño disparate, eso no me preocupaba, tan seguro estaba yo de que ésa era mi gata. Pero al rato se me ocurrió seguir pensando: ¿ y si... de verdad, fuera un fantasma? Y seguí ahí, con la luz siempre apagada, riéndome de mi y de esa pobre alma... ¡Menudo cabreo estará cogiendo esa alma oyéndome reír, si en verdad es un fantasma! Al cabo de dos minutos, oí fuertes golpes por la casa. ¿Pero qué era eso ? ¿patadas? Con mi mano busqué a tientas y encontré la querida cola de mi gata, a mi lado quieta, echada. Empezó a asaltarme la duda, pues, por ahí, los golpes seguían, los golpes sonaban ¡era, sin duda, el cabreo del fantasma! Ya no pude serenarme... pero no me levanté para nada. Muy quieto seguí donde estaba, en mi cama, casi paralizado y con los ojos como platos, sin poder dormir, sin atreverme siquiera a encender la luz, con miedo por no mirar, pero sin querer ver nada.
Y nada vi, ni nada más ocurrió aparte de lo que he contado, pero... ¡vaya noche que he pasado!

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