martes, 2 de febrero de 2010

ESTO ES EL FUTURO

(No deben leer este relato los pusilánimes, ni la gente con manías, o la muy delicada en las comidas)



—Esto es el futuro, Jhonny, créeme.
Arthur hablaba y se movía a grandes zancadas por uno de los estrechos pasillos de la gran nave industrial, cuya temperatura se mantenía a todas horas, día y noche, a 35 grados centígrados. El local, siempre en penumbra, era de techos muy altos y se encontraba repleto de jaulas conteniendo pollos que piaban sin cesar.
Arthur, secándose con un pañuelo el sudor que corría por su frente, hablaba con enfado sin dejar de mirar a Johnny, y gesticulaba como si se encontrara en un teatro repleto de público.
—Lo sé, Arthur —le respondió Jhonny, también sudoroso y algo molesto por la reprimenda que estaba recibiendo de su amigo.
— Sí, dices que lo sabes —dijo Arthur, elevando aún más su voz
para que se le pudiese oír entre el ruido y la algarabía que formaban los miles de pollos allí almacenados— pero no cuidas lo suficiente nuestro negocio, y eso es precisamente lo que me preocupa. ¡Maldito calor! Nadie diría que estamos en Diciembre. Si no fuera porque es necesario mantener esta temperatura....
— No es culpa mía, Arthur, en serio —se disculpó Jhonny— nadie podía esperar algo como lo que sucedió. Conocer el sexo no es fácil, y... bueno, se coló una gallina. Entre tantos pollos nadie lo advirtió y... naturalmente, lo que ocurrió fue algo muy natural. No se pudo evitar.
— Está muy claro lo sucedido, pero ya ves en que lío estamos ahora metidos. Si no se hubieran enviado las crías al mercado... Date cuenta de lo que eso puede significar. Esas crías no llegaron a poder crecer y no estaban desarrolladas lo suficiente... ¡Se enviaron incompletas!
— Lo sé, lo sé —repitió Jhonny una vez más, bajando la cabeza pesaroso.
— Bien, la solución está en negarlo todo —dijo entonces Arthur, con una firme decisión reflejada en su rostro— No admitiremos que son nuestras, pero debes seguir mis indicaciones al pie de la letra.
— Lo haré, confía en mi —dijo Jhonny, todavía apesadumbrado, pero con la esperanza en su interior de que todo se iba a arreglar, ya que su amigo y jefe siempre sabía muy bien lo que debía hacerse en los momentos difíciles.
— Lo primero de todo —dijo Arthur— es separar los gallineros de las crías. Pondremos el criadero en otra nave alejada de ésta. Hace tiempo que debíamos haberlo hecho. Nos costará dinero y tiempo encontrar un buen lugar, pero es imprescindible para evitar futuros errores. Sabes que hemos tenido más de un problema cuando alguna cría, todavía en proceso y por lo tanto pequeña y sin desarrollar, se ha escapado de su confinamiento. Buscan cualquier rendija, se esconden y ahí se multiplican. Esas crías son inmundas, Jhonny, no debemos permitir que eso vuelva a suceder. Todas, sin excepción, deben estar controladas. Imagina por un momento que apareciesen en una inspección. No debemos arriesgarnos más. Por otro lado, nuestras ganancias son tan grandes que podemos adquirir otro local sin ningún problema. Gente de confianza es lo que necesitamos. Además, si mantenemos las crías apartadas, evitaremos que en las inspecciones que nos hace a menudo la Agencia Alimentaria, puedan averiguar lo que nos produce tan pingues beneficios. Por ningún motivo debemos dar pistas a nuestros competidores, y, sobre todo, debemos tener en cuenta lo principal, y es que... si la gente supiera que comen pollos que provienen de... ya sabes, esas cosas tratadas genéticamente y convertidas en pollos al ir creciendo, lo seguro es que nadie los querría comer. Este secreto es primordial. La materia prima nos sale gratis y la gente es feliz comprando barato, comen proteínas y está bien alimentada. No tiremos todo por la borda. Hay que hacer las cosas bien.
Arthur estaba realmente furioso. Con descuidó le dio un puntapié a lo primero que encontró en su camino (una de las cajas) y al instante aparecieron en el suelo del estrecho pasillo, saliendo de la rendija existente entre dos de las jaulas, tres cucarachas asustadas que treparon con rapidez al interior de una de ellas. Uno de los pollos se agachó y facilitó a las cucarachas el poder introducirse entre su plumaje, y que, evidentemente, ahuecó a propósito para que se pudieran esconder.
— ¿Ves lo que te estaba diciendo? Los pollos reconocen y protegen a esos bichos repelentes. Es realmente asqueroso —dijo Arthur, pensativo y muy preocupado, y luego, mirando fijamente a Jhonny, exclamó con un tono de dureza en su voz:
— Y otra cosa. También quiero mejorar el proceso. Los caparazones todavía salen algo duros.
— ¡Pero los caparazones gustan, Artur! Hace ya tiempo que conseguimos que parezcan una piel muy tostada a propósito... A la gente le encanta comer la piel y notar cómo cruje bajo sus dientes. ¡Somos los líderes del mercado en la venta de pollos asados!
— Lo sé, lo sé. Hemos logrado que la piel sea tierna y, no obstante, crujiente, pero el aspecto... Debemos marcarla más profundamente con los tizones al rojo, y simular mejor las rayas del grill. Hay que conseguir que el color negro de la piel sea más natural, que parezca enteramente que su color es debido al tostado. Imagina por un momento que la gente sospechara que lo que realmente están comiendo son... cucarachas, tratadas y desarrolladas genéticamente ¡y que no son pollos como creen! Las patas y las alas me parecen correctas, ahí hemos alcanzado la perfección, pero la piel... no me termina de convencer. Tenemos que seguir perfeccionando el proceso. No tiremos todo por la borda por no tener en cuenta los detalles nimios. Que el caparazón se asemeje sin duda alguna a la piel muy tostada de un pollo, es importantísimo. Haz lo que te digo, Jhonny, y marca más profundamente la piel con los tizones. Esto es el futuro, no lo olvides.-


Rafael Muñoz Pérez
Escrito en Barcelona, en Diciembre de 2005

Nota: Este relato se me ocurrió un día que me sirvieron para comer una ración de pollo con la piel muy tostada, casi convertida en un tizón. Al mismo tiempo, en la tele daban noticias acerca de los avances genéticos que se estaban consiguiendo en todos los órdenes. Desde entonces, después de escribir este relato y cuando como pollo con la piel muy tostada y ennegrecida, lo hago con cierta aprensión.

No hay comentarios: