jueves, 1 de abril de 2010

IMPOSIBLE RESISTIR TANTA FELICIDAD
Fue resuelto a que le pincharan; imposible poder resistir ni unos minutos más.
Le dijo a la doctora: de acuerdo, ya me he decidido, pónganme esa inyección que me quitará tanta felicidad como tengo ahora, no puedo con ella.
Contuvo la respiración al notar cómo entraba la aguja en su carne; eso ya le hizo sentirse mejor, y al cabo de pocos segundos respiró de nuevo. ¡Por fin! dijo con voz muy alta, casi gritando. Luego, dio las gracias a la enfermera y se marchó con un fuerte portazo, demostrando con ello que ya había recobrado su mala leche.
Se había dado cuenta a tiempo de que sin sufrimiento no era nadie, no era nada. ¡Caramba, se dijo al llegar a la calle, tanta felicidad ya me empalagaba!

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